Se busca una salida. Gobierno, servicios secretos y hasta el mismísimo Vaticano se esfuerzan estos días, cada uno a su manera, en buscar una salida al escándalo de faldas en el que está metido el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.
El Parlamento ha convocado para mañana a los jefes del espionaje (AISI) y del contraespionaje (AISE) para que respondan a 18 preguntas del órgano de control (COPSAIR) de
Dos parlamentarios conservadores ya han dado a entender que podría haber habido fallos (o complicidades) de los servicios secretos, cuyos jefes fueron nombrados por el anterior gobierno progresista.
Por su lado, el Vaticano, sin romper con el primer ministro, ha recordado a Berlusconi, a través de los obispos italianos, que “es necesaria la sobriedad” y que “todo tiene un precio”.
Buscar sustituto
Benedicto XVI ha trazado ese retrato del buen gobernante italiano citando tres criterios: “Rectitud moral, fe firme y autonomía en las decisiones políticas”. El Observatore Romano, diario del Vaticano, ha publicado un discurso del Subsecretario de
El primer ministro dijo ayer que mantendrá el pulso y que dentro de pocos días presentará el programa de Gobierno para el nuevo año. Mientras sus aliados mantienen un silencio casi total, de fuentes judiciales ha trascendido que se ha interrogado a más chicas en relación al caso. Una de ellas trabaja en Milán y se dedica a captar a jóvenes para asistir a eventos, como los organizados por Berlusconi. Las chicas eran canalizadas a través de Giampaolo Tarantini, de 35 años, político conservador de Bari, que en la noche del sábado difundió un comunicado en el que pidió disculpas a Berlusconi “por haberle causado daño de forma involuntaria”. Tarantini negó que las chicas fuesen pagadas por sus prestaciones, sexuales o no, a excepción de los reembolsos de gastos.
En su lenguaje, a veces tajante, Eugenio Scalfari, fundador del diario
No hay comentarios:
Publicar un comentario